De la senda del Oso al monte Naranco
(Asturias) 


La cordillera Cantábrica, muro en la Reconquista por su infranqueable altitud y sus profundos y empinados valles, tiene una naturaleza salvaje salpicada de ríos, bosques, o pueblos con encanto. Este macizo nos adentra en la capital del antiguo reino de Asturias. Sus caminos, paseos, sendas y recorridos accesibles hacen de este territorio un lugar ideal para estar en contacto con la naturaleza.
 

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Hoy recomendamos como sitio curioso una antigua vía del ferrocarril que llevaba el carbón y el hierro desde las montañas hasta Trubia. Cuando se agotó el mineral y dejó de ser rentable, estas vías pasaron a convertirse, gracias al programa desarrollado por la Fundación de Ferrocarriles Españoles, en una vía verde para disfrute de paisanos y forasteros.

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Como sigue el trazado férreo, su pendiente es suave por lo que es apta para pasear, ir en bici. Se parte de la localidad de Tuñón, donde hay un área recreativa, con una amplia explanada de aparcamiento, alquiler de bicicletas, una imagen de un oso y una fuente. La Vía Verde comienza en dirección norte.

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Tras los primeros trescientos metros se cruza el primer puente sobre el río Trubia, para ascender por la margen izquierda hacia el sur y adentrarnos en la Senda del Oso. El trazado inicial tiene una ligera pendiente en ascenso y firme de empedrado. En los primeros kilómetros algunos tramos de las zonas de carretera se empinan para salvar cruces, como por ejemplo justo antes de llegar a un túnel sin iluminar, por lo que es bueno ir acompañado por si se necesita un pequeño empujón. Si levantamos la cabeza y las nubes no las tapan, podemos ver en todo su esplendor las montañas que parece que se nos caen encima, con niebla en las partes altas, frondosa vegetación y un río que se pierde en la lejanía.

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El paseo es bastante cómodo hasta Villanueva, donde podemos cruzar la localidad y contemplar de cerca los hórreos asturianos de planta cuadrada. La ruta sigue por el pueblo, con un recorrido suave, hasta la salida que comunica con la carretera. Una vez aquí, llega la vuelta. Y nos encontramos con su puente romano que cruza el río. El puente tiene una inclinación difícil de superar por nuestros propios medios, por lo que en este punto podemos marcar el final de nuestro paseo por la Senda del Oso. Más o menos son cuatro kilómetros hasta aquí, que de regreso son con pendiente a favor.

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Una vez que se llega al puente cerca del área recreativa existe otra senda que acaba en ese punto y que proviene de Fuso de la Reina. El recorrido continúa junto al río Trubia, atravesando algún pequeño túnel sin iluminación y con un firme muy compacto y homogéneo. Así continúa durante algunos km, cruzando por una pasarela la carretera comarcal AS-228. También cruzaremos túneles sin iluminar, descubriremos alguna curva del río en la que deleitar la vista y llegaremos hasta otras localidades próximas, ahora yendo por la margen derecha del río. A tener en cuenta que luego se vuelve con ligera pendiente en contra.

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Por estas sendas es habitual ver gente de todo tipo: lo que más hay son en bicicleta de montaña, algunos caminantes, otros en pareja, grupos o en familia, pero todos a ritmo tranquilo.  Además hay gente que camina, también solos o en pequeños grupos disfrutando sin prisa de un paisaje excepcional. Y cómo no, también algún que otro usuario de silla de ruedas que no quiera perderse este privilegio. Y entre ciclistas y caminantes, las sempiternas vacas pastando y mirándonos incrédulas.

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En la senda hay sitios para descansar y fuentes para beber. Para alojarse, un hotel muy recomendable es el aparthotel Campus, muy bien ubicado en la capital asturiana. Accesible, cómodo, con ascensor hasta el garaje, amplio y con una pequeña cocina equipada en cada habitación. En sus alrededores hay autobuses hasta el centro de Oviedo, donde visitar tanto la zona comercial como la monumental que rodea la catedral. En las inmediaciones del teatro Campoamor y de la catedral hay calles peatonales de fácil recorrido, algunas con ligera pendiente. Para hacer compras y tomar sidra, es aconsejable visitar la emblemática calle Uría y sus alrededores, llenos de comercios de todo tipo, bares y restaurantes.

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La belleza de Oviedo merece un paseo nocturno. Desde la zona del hotel Campus se puede divisar en un monte cercano, el Naranco, una enorme escultura de piedra que representa al Sagrado Corazón de Jesús. Esta figura dicen que se construyó a imitación del Cristo de Corcovado de Río de Janeiro, en la mitad del siglo pasado.

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La imagen está con los brazos abiertos ligeramente hacia arriba en actitud de protección de los habitantes de la ciudad. Es visible desde numerosos lugares de Oviedo.

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También es llamativa su cruz, la conocida cruz de la victoria que forma parte de la bandera asturiana. Esta cruz en un principio iba situada en la parte alta del monumento, pero los fuertes vientos que azotan en esas alturas hicieron desaconsejable su colocación por lo que finalmente acabó sobre el pedestal de la ciclópea estatua. La zona, que es practicable en silla de ruedas con algún pequeño escalón, tiene unas vistas increíbles de toda la zona.

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Podemos observar la ciudad de Oviedo al completo, la Cordillera Cantábrica en todo su esplendor, y si las nubes lo permiten, hasta el mar en la lejanía. De regreso a la ciudad, por el mismo camino, se pasa por dos de los monumentos emblemáticos del prerrománico asturiano: San Miguel de Lillo, justo en una curva donde se estrecha la subida al monte, situada en una explanada por la que se puede deambular, y Santa María del Naranco, unos metros más abajo y sin accesibilidad para los usuarios de silla de ruedas. Contemplarla desde la carretera ya es un premio.

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