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En el interior de la tierra bajo el monte del castillo
Píñar (Granada) 

Hace algunos años, a finales del pasado siglo, nos llegó una noticia muy curiosa: se abría la primera cueva en España accesible para usuarios de silla de ruedas. Parecía increíble que se pudiese hacer un recorrido subterráneo eliminando las dificultades para que, con ayuda, personas con discapacidad pudiesen acceder hasta las entrañas de la tierra. En la agenda cultural de Andalucía, indican que es un Bien de Interés Cultural y Monumento natural de la comunidad autónoma,  y nos recuerdan que es la única cueva de Europa acondicionada para personas con movilidad reducida ya que carece de barreras arquitectónicas en casi todo su recorrido.
 

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 Cómo llegar
Píñar está a 50 km de la ciudad de Granada y está bien comunicada por la autovía de Sierra Nevada, de la que hay que salir en la Venta de la Nava. A partir de ahí son carreteras nacionales o comarcales.

Una vez en el pueblo, desde las cercanías del ayuntamiento, una vez adquiridas las entradas, sale un trenecito que lleva a los visitantes hasta unos metros de la entrada de la cueva. Si va alguna persona con movilidad reducida es importante avisar antes para que preparen un espacio reservado en dicho tren.

Tras ese paseo hasta las proximidades de la cueva, nos dejan a pocos metros de la entrada. Desde allí sale una rampa que zigzaguea entre almendros y olivos.
La cueva
La cueva tiene un nombre que alude a los huecos que se abren hacia el exterior. Uno de ellos, más que ventana, hace de puerta de entrada a la misma. Protegida por rejas, una vez salvada esa primera dificultad, accedemos a una enorme sala de entrada en la que podemos apreciar diferentes tareas que desempeñaban los hombres del paleolítico y del neolítico, representados con cierta fidelidad por algunos maniquíes.

Mapa Cueva de las Ventanas Piñar

Tras escuchar las explicaciones de nuestra guía y seguir sus recomendaciones, comenzamos una visita de casi una hora y nos adentramos en un largo pasadizo (el pasillo) que se estrecha y hace incluso dificultoso el paso por altura de una persona sentada en una silla de ruedas. Pero se logra. Esta primera parte se puede hacer sin ayuda, si no se es aprensivo o supersticioso, ya que pasamos junto a la fosa de los huesos y otra recreación de enterramientos prehistóricos.

 

La visita a la cueva se realizó en verano, de manga corta, aunque conforme los visitantes se adentran en las galerías la temperatura desciende hasta estabilizarse en los 13 grados. Por eso siempre es conveniente llevar ropa de abrigo, sobre todo,  si se viaja en compañía de niños. Para estos, las explicaciones de las guías están por encima de sus capacidades, pero seguro que se lo pasan bien ante un espectáculo único.

rampa cueva

A partir de aquí, comienzan una serie de rampas metálicas que llevan al corazón de la cueva. Se debe avanzar con sumo cuidado, pues hay pendientes pronunciadas y a su vez húmedas, que hacen dificultoso, incluso peligroso por estar resbaladizo. Las rampas descienden a lo más profundo de la cueva y se puede disfrutar de unas magníficas vistas desde el balcón-mirador. En el fondo de la cueva, en la sala de las Piletas, hay un auditorio natural donde se ofertan conciertos con una sonoridad, dicen, espectacular. 

De nuevo se comienza el ascenso, igualmente en zigzag y con la ayuda de otra persona. Se pasa por diferentes pasillos donde recrear la imaginación viendo figuras animales o vegetales en las innumerables estalactitas y estalagmitas que llenan esta enorme cueva calcárea. Lentamente el camino hasta llegar al nivel de la entrada y de nuevo la luz natural se ve a lo lejos, como no, proveniente de las ‘ventanas’.

En el camino de vuelta hay colocados algunas maquetas de animales que en su tiempo vivieron en nuestra geografía y que ya se extinguieron. Es el caso de una madriguera en la que ‘viven’ algunas hienas. Y el recorrido acaba en la sala de entrada contentos por el espectáculo que nos acaba de regalar la naturaleza.


Y al salir de la cueva se aprecia el cambio brusco de temperatura y hay que desprenderse de la ropa de abrigo. Pasar de trece a más de treinta grados en pocos segundos hace que regresemos a la calurosa realidad del verano.

Más información sobre la Cueva de las Ventanas