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Lujo europeo en el ribatMonastir y Sousse (Túnez) El lujo y la tradición se conjugan con exquisito gusto en dos destinos curiosos del Magreb: Monastir y Sousse (Túnez), donde yates, bares...

Lujo europeo en el ribat
Monastir y Sousse (Túnez)

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El lujo y la tradición se conjugan con exquisito gusto en dos destinos curiosos del Magreb: Monastir y Sousse (Túnez), donde yates, bares de élite o urbanizaciones de alto standing envuelven a los Ribats con trece siglos de antigüedad. Monastir es la ciudad de contrastes:  palmeras, tradiciones, mezquitas y ciudades-fortaleza se entremezclan entre grandes complejos costeros, un aeropuerto internacional envidia de África, un puerto deportivo repleto de embarcaciones de recreo, un palacio de congresos, una excelente red de carreteras con autopista incluida, una línea de metro o un floreciente centro universitario. Una ciudad que supo unir lo mejor de su pasado, con la influencia del presente europeo.
 

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En Sousse, declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1988 por la UNESCO, convive la lujosa vida musulmana en la Medina con su mezquita y su Ribat, con el romanticismo de otras épocas de las ciudades mediterráneas y los zocos repletos de tiendas de las mil y una noches.

Cómo llegar
Lo primero: el viaje. El aeropuerto internacional Habib Bourguiba recibe la mayoría de los vuelos chárter que llegan desde Europa a Túnez. Desde el Adolfo Suárez Barajas de Madrid apenas son dos horas de vuelo. Es uno de los aeropuertos más lujosos del país, accesible, con baños adaptados y personal de asistencia. Frente al edificio de la terminal parten unos trenes, a los que se puede acceder con ayuda, cada 30 minutos a Monastir o a Sousse. La mejor opción para ir hasta el hotel son los taxis de color amarillo muy económicos.
El aeropuerto Habib Bourguiba está a 6 km de Monastir y 16 de Sousse.

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La primera visita debe ser Monastir, un puerto fenicio fundado hace más de dos milenios, que impresiona por sus contrastes. Los lujos de la zona de la Marina a imagen de los grandiosos puertos deportivos europeos se mezclan con kilómetros de playas cristalinas y con el Ribat (fortaleza-monasterio) más importante del todo el Magreb.
Para ir a la ciudad, lo más práctico es ir en taxi. Desde el propio hotel se encargan de concertar la hora de recogida y la de vuelta, e incluso se pactan los precios. El destino puede ser el puerto, desde donde se puede apreciar la grandiosidad del Ribat, una fortaleza con numerosas torres que dan idea de la finalidad de su construcción: la defensa de la ciudad. 
Fue ordenado construir por el califa Haroun ar-Rachid en el año 796, posteriormente fue reforzada en numerosas ocasiones debido, en gran parte a la posición estratégica que generaba continuas batallas y guerras. Como resultado se construyeron nuevos edificios entre los siglos XVI-XVII y XVIII y XIX, a partir de los sesenta se ha restaurado de manera progresiva.Es un lugar de increíble belleza que bien merece una visita y muy bien conservado, concebido también como lugar de retiro místico para los monjes árabes. En principio era una construcción de planta cuadrada de 32,80 m de lado con torres semicirculares en las esquinas. En la cara sureste se encuentra la torre Nador de tres plantas, una de sus torres más emblemáticas.

La fortaleza era habitada por monjes, que eran conocidos como morabitos, se trataba de religiosos guerreros que en ocasiones ofrecían cobijo a los comerciantes. Las celdas de estos monjes se encuentran separadas por otra salida del resto de edificios que fueron añadidos en el siglo IX. Parte de la fortaleza se utiliza en la actualidad como museo. Como curiosidad, reseñar que en esta fortaleza se grabaron varias escenas de la película "La vida de Brian" de Monty Phyton.
Próximo a la fortaleza está el cementerio de la ciudad, al que se puede acceder sin problemas y pasear entre las tumbas.

Las hay sencillas y con todo tipo de lujo del mármol, pero la que más llama la atención de todos los visitantes es la dedicada a uno de sus presidentes más queridos: el mausoleo de Bourguiba. No escatimaron gastos en su construcción, con una enorme explanada al frente, flanqueada por dos altísimos minaretes y una gran cúpula.Se puede visitar la tumba (realizada en mármol blanco) y tocar el oro con el que se decoraron las paredes o bóvedas. Es el monumento más visitado y venerado de la ciudad. Muy cerca está la mezquita, que preside la medina por la que perderse en sus callejuelas y visitar los comercios y cuyo minarete se ve desde distintos puntos de la ciudad. Se puede acceder a su interior en silla de ruedas, para subir a la torre hay escaleras. 

Los idiomas oficiales son el francés y el árabe.
Sousse
Otra visita obligada en esta zona de Túnez es Sousse, a solo 24 km de Monastir. Está declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1988, y es uno de los principales focos turísticos del país. Aquí también la mejor forma de llegar a ella es en taxi desde el hotel. No hay que olvidar que es un transporte bastante barato, pero siempre que se pacte el precio antes de salir. El primer destino es la Medina ubicada dentro de las murallas de Sousse y de la que forman parte la Gran Mezquita y el Ribat. Sousse fue uno de los puertos mediterráneos más importantes del siglo IX, y de esta fecha datan todas sus construcciones. Su Medina fue construida en este siglo y es una de las mejores conservadas del mundo. Su fortaleza se encuentra en una colina.

En las cercanías encontramos la Gran Mezquita de Sousse, también construida en el siglo IX pero restaurada y ampliada en el s. XVII. Está situada junto al Ribat, y podemos acceder sin problema al enorme patio central con arcos donde está la impresionante sala de oración coronada con dos cúpulas. Las visitas para los no musulmanes son sólo durante las mañanas. Junto a sus murallas también hay calles que ofrecen rincones dignos de visitar. El zoco de tiendas es un placer para los sentidos: colores, olores, sonidos... no es raro escuchar al almuédano (esta vez usando la tecnología del megáfono) llamando a los fieles a la oración.

Es fácil que nos inviten a entrar en un taller o telar a verlos trabajar El Ribat, cuadrado y con entrada por el sur, fue construido para defender la ciudad de ataques por el mar. Luego se convirtieron en centros de enseñanza de la religión. 

Las típicas ropas árabes contrastan con las occidentales de los turistas el hotel elegido para este viaje es el Sahara Beach Aquapark Resort, un resort de tres estrellas con muy buena relación calidad precio. Está ubicado frente a la playa de Skanès-Monastir, es accesible y sus habitaciones son amplias y muy cómodas. Tiene varias piscinas.

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El acceso es directo a la playa por una pasarela, ya que es playa privada del propio hotel (en Túnez todavía está permitido que las playas sean privadas). La entrada es a través de una suave rampa que salva los escalones. Una vez dentro no hay ningún problema para moverse por todo el resort. Hay habitaciones familiares, lo que es muy cómodo cuando se viaja con niños, y todas fueron remodeladas recientemente.

 

Aquí podéis ver características, precios, disponibilidad y hasta hacer una reserva a buenos precios

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